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La Ayuda Idonea

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Del escritorio del doctor Pablo Prezioso

La Ayuda Idonea

“No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para el” La expresión “ayuda idónea” significa una compañera adecuada o apropiada para el hombre.

La mujer es la obra maestra de la creación de Dios. La mujer ayuda al hombre física, mental, emocional y espiritualmente.

Ella, como ayuda idónea, debe identificarse con su marido en todo y estar muy interesada en él, en su trabajo, en sus problemas, y en todo aspecto de su vida.

Debe apoyarle, animarle, y ser una ayuda y no un estorbo.

Lamentablemente, hay muchas esposas que buscan sus propios intereses, en lugar de apoyar a sus maridos.

Se interesan mucho en su propia carrera. Dicen que no hallan satis¬facción en simplemente apoyar a su marido.

Tales mujeres no aceptan el arreglo divino. Pero con esta actitud tales mujeres destruyen su propia felicidad, porque los caminos de Dios siempre son los mejores (los perfectos).

La mujer que quiere independizarse de su marido y del empleo (o negocio o profesión) de él, no está bien en los ojos de Dios y obra en contra de sí misma. “Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre”, Gén. 2:22.”del varón fue tomada”, Gén. 2:23. “la mujer que me diste”, Gén. 3:12.”el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón”; “tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón”, 1 Cor. 11:8, 9. Estas verdades son olvidadas o rechazadas por muchas mujeres (las modernas “feministas”).

La mujer fue creada para la felicidad del hombre. 1. Prov. 18:22, “El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová”. Ecles. 9:9, “Goza de la vida con la mujer que amas, to¬dos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol”.

Prov. 31:10, “Mujer virtuosa … su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. La mujer debe estar en sujeción, es el orden divino. Efes. 5:22-24, “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”. Toda mujer debe tomar nota de que Dios dice esto. El modelo para la mujer es la sujeción de la iglesia a Cristo. ¿Qué piensan las hermanas de alguna iglesia que no quiere sujetarse a Cristo? Toda hermana puede ver esto como rebelión; de la misma forma muchas esposas no quieren estar sujetas a sus maridos, lo cual es rebelión también.

La mujer que toma las riendas para mandar y dirigir la fa¬milia fracasa, y ese hogar está en desorden. Es un hogar fuera de orden, y todos sufren. Todos pierden, tanto ella como los demás miembros de la familia. A veces el marido rehúsa encargarse de sus respon¬sabilidades, y la mujer se ve obligada a cumplir por lo menos con algunas de ellas. Pero la mujer cristiana sabe cuál es el pa¬pel del marido, y cuál es el suyo, y hará todo lo posible por ani¬mar a su marido a ser cabeza de su familia. La mujer cristiana debe rechazar rotundamente los movimientos feministas en pro de la llamada liberación (quieren liberarse de Dios, de la sujeción y de su papel como esposas y madres). Las feministas son enemigas de la mujer. 1 Ped. 3:1-6, Pedro enseña la sujeción de las mujeres cris¬tianas aunque sus maridos sean incrédulos. Dice Pedro que posiblemente los pueda ganar a Cristo por su buena conducta y por la belleza interna. Pablo también habla de la posibilidad de ganarles (1 Cor. 7:16).

Muchas hermanas no ganan a sus maridos porque no obedecen a lo que Pedro les enseña. Muchas hermanas sí ganan a sus maridos porque sí obedecen lo que Pedro les enseña. Esta belleza (“de un espíritu afable y apacible”) no se encuentra en el salón de belleza, ni en la compra de ropa y jo¬yería costosas. 1 Tim. 2:9-15, la mujer cristiana es modesta en su atavió y en su comportamiento. Aprende en silencio, con sujeción y no ejerce dominio sobre el hombre. Su papel no permite que sea predicadora o “anciana” en la iglesia, pero se salvará desem¬peñando su papel doméstico. En 1 Cor. 7:1, 8, 26, 27, etc.

Pablo enseña las ventajas espirituales de los solteros y de las solteras; por eso sabemos que 1 Tim. 2:15 no desprecia a la hermana soltera, sino Pablo describe en términos generales el papel de la mujer en contraste con el del hombre. Tampoco desprecia a la pareja que por razones físicas no pueda tener hijos. 1 Cor. 7:2-5, la mujer debe satisfacer a su marido sexualmente para evitar la fornicación.

El sexo se usa a veces como arma cuando hay disgustos y enojos. La mujer cristiana recordará este texto y nunca será culpable de defraudar (sexualmente) a su marido.

Hay más peligro de que la mujer use el sexo como arma debido a su debilidad física. ¿Cómo puede ganarle físicamente al hombre excepto rehusándole su cuerpo?

Pero, recuérdese que “la mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido”. El marido no debe ser cruel con su esposa. Tampoco debe ser cruel la esposa con su marido (“Si te portas bien, puedes dormir conmigo; si no, tendrás que dormir en el sofá”).

Efes. 5:33, Pablo concluye este texto diciendo, “y la mujer respete (literalmente, tema) a su marido”. La palabra usada aquí (PHOBEO) significa temer, o tratar con deferencia reveren¬cial. La palabra “respetar” es buena traducción con tal que la hermana entienda cómo se usa en este texto.

El papel de la mujer es doméstico. Debe ser “reina del hogar”1 Tim. 2:12-15, “Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio … Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia”. 1 Tim. 5:14, “Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia”.

La mujer comparte la direc¬ción de la familia; está sujeta al marido, pero ella también “gobierna” su casa. Tito 2:3-5, “Las ancianas enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”.

El hogar debe ser el anhelado refugio de su familia, su castillo y amparo, su felicidad y descanso, y para que esto se realice, ¡mucho depende de la mujer! En el mundo en que vivimos hay mucho conflicto, violencia, tensión, y toda clase de iniquidad, pero cada miembro de la familia debe encontrar en su hogar un ambiente de paz, amor y armonía, un verdadero descanso y refugio. La mujer — la esposa y madre de la familia — es en gran manera responsable de crear tal ambiente.

El gran propósito de la vida de la mujer debe ser el de buscar el bienestar y la felicidad de su marido y de sus hijos. En esto ella encuentra su propia felicidad. Al decir esto no despreciamos el derecho de la mujer de tener tiempo libre para sí misma. Desde luego, tiene muchos derechos personales, y la familia debe respetar estos derechos. Pero si la mujer es egoísta y piensa solamente en lo que ella quiere en lugar de lo que su familia necesita, tanto ella como ellos no encontrarán felicidad sino miseria.

Es mejor dar que recibir. El que pierde su vida la hallará. El (o ella) que se humilla a sí mismo(a) se exaltará. El mas grande es el que sirve más. El hogar necesita de la esposa (la madre) día y noche. No hay nadie que la pueda sustituir. La mujer debe re-conocer esto, y sentirse muy orgullosa de ser ama de casa, una persona tan importante y necesitada por su familia.

El trabajo de la mujer es importante. La mujer cristiana no debe nunca estar aburrida ni fastidiada de cocinar, limpiar y adornar la casa, lavar y planchar la ropa, etc. Es trabajo duro, pero el hombre tiene que trabajar duro también. Aun los hijos tienen que trabajar para avanzar en la escuela. La mujer debe insistir en la completa cooperación de la fa-milia. Que todos sean cumplidos con respecto a tener el hogar ordenado. Que nadie deje ropa (mucho menos toallas mojadas) tirada en el piso, que los hijos se encarguen de sus habitaciones, cada quien tendiendo su cama, colgando su ropa, etc. La mujer que llega a ser esclava de su familia tiene que culparse a sí misma.

Dios enseña que la mujer es compañera, no esclava. Muchos maridos e hijos abusan de la esposa/madre, pero casi siempre es culpa de ella también, porque ella acepta este abuso y nada más se queja y llora, sin corregir el abuso. El problema principal es que tales mujeres no se respetan a sí mismas y, por lo tanto, la familia no la respeta. La esposa (y madre) merece respeto y consideración. Pero mucho depende de ella misma. Dos grandes enemigos del hogar son el comunismo y el “consumismo” (el materialismo). Los dos tienen una cosa en común: sacan del hogar a la mujer.

Dice el comunismo que la mujer en el hogar es un parásito que no es productiva y no vale nada. Según el comu¬nismo el estado (el gobierno) debe encargarse de los niños para que la mujer trabaje en las fábricas y barra las calles. El materialismo también saca del hogar a la mujer, para que haya otro salario y así la familia tenga una casa mejor, muebles mejores, un televisor de color (o dos o tres), un au¬tomóvil o mejor automóvil, y muchas cosas de lujo y co-modidad. Pero se pierde algo de más valor: los beneficios de un hogar mantenido de acuerdo al plan divino.

Muchas mujeres tienen dos empleos de tiempo completo. El trabajo doméstico es empleo de tiempo completo, y su tra¬bajo fuera del hogar también es empleo de tiempo completo, pero no hay ninguna mujer que tenga dos tiempos completos, para poder cumplir con los dos empleos. (Muchas viudas y mujeres abandonadas con hijos necesariamente trabajan en los dos empleos, pero éstas no se pueden comparar con las mujeres que tienen dos empleos por el amor al dinero). La mujer virtuosa, Prov 31:10-31. Su estima sobrepasa a la de las piedras preciosas, ver. 10; Prov. 18:22. La mujer prudente es de Jehová, Prov. 19:14. La mujer virtuosa es corona de su marido, Prov. 12:4. El marido confía en ella, ver. 11. Inspira la confianza, ver. 23. Le da bien y no mal todos los días, ver. 12. Industriosa, no desidiosa, vers. 15, 21. Bondadosa, ayuda al pobre, ver. 20.

Tiene fuerza y honor, ver. 25, La ley de clemencia está en su lengua, ver. 26. Compárese la mujer rencillosa, Prov. 21:9, 19; 27:15. La mujer virtuosa es buena maestra de sus hijos. Abre su boca con sabiduría, ver. 26. Guarda todo en buen orden; siempre ve por su casa, ver. 27. Honrada por los hijos, alabada por su marido, ver. 28.

¡Hoy es tiempo de cambiar!